Analía95 nunca creyó en las reglas. En su mundo, las reglas eran solo un intento de controlarlo todo, y ella, simplemente, no estaba para esas cosas. Así que empezó a jugar con el azar. Primero, soltó una carta de tarot por el aire y dejó que el viento decidiera el destino de su día. Nada pasó, pero ella sonrió, sabiendo que todo había sido parte de su plan: ¡no planear nada!
Pronto, el azar se le quedó corto. Y ahí fue cuando se le ocurrió la idea de reinventar el caos. Agarró un mapa del universo y, con los ojos vendados, comenzó a dibujar líneas al azar, como si estuviera tejiendo el futuro de un hilo que no tenía fin. De repente, todas las líneas que había trazado comenzaron a cobrar vida: agujeros negros que se tragaban canciones, galaxias que giraban al revés, y personas que dejaban de existir si pensaban demasiado en sí mismas.
¿La gran sorpresa? Analía95 se dio cuenta de que había ganado el juego del azar. Pero a medida que ganaba, el caos se apoderaba de su mente, y ella no sabía si la realidad estaba ganando terreno a su propio juego o si ella lo estaba creando todo.
Entonces, cuando pensó que lo había dominado, el azar le jugó una última carta: todo lo que había creado comenzó a transformarse en nubes de palabras. Un enjambre de frases flotantes que no querían decir nada pero decían todo. En su intento por capturarlas, Analía95 desapareció dentro de ellas, y ahora, cada vez que alguien lee algo incomprensible, es posible que esté leyendo una de las palabras que ella dejó atrás.
Texto generado por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
Cortesía de OpenAI.
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